martes, agosto 25, 2009

QUE TRISTE ERA MI VALLA


Una sopa oscura de tristezas, eso era mi pieza este fin de semana, una pizca ingrávida de halito viviente se posaba a veces sobre mi frente marcada. Y no decía. No sabría. Que pavada! Si son todos como dolientes fragmentos, algún parásito, alguna nada. Dos quilos en mi carne y dos docenas de empanadas. Bajo la parra, sarmientos se martirizan, se consagran.

Esas reuniones familiares. Esas sórdidas payadas. Sipayas, se dejan ver, en toda la esquina. Dorada.

Una nube negra, se posó, no atiné a nada. Solo a rezar el rosario que algún día me enseñaras. Una mezcla de Gagliardi, mi alumna más aventajada.

No podía levantarme

No quería molestarme

No sentía en mí, la carne

Y sin embargo, me siento. Oro y olvido. Sueño y despierto para volver a soñar.

El lunes, ya estoy mejor. Fue solo un día negro, trashumante.

Óleo de sangre negro.

El dilema resultante.

miércoles, agosto 19, 2009

EL CORSO EN LA PUERTA DE TU CASA


Dormido, dormitado
En un pasillo largo, de madera, con cortinas blancas
Afuera es tarde y llueve tanto
Afuera es frío y no me olvido
De tu canto
De tu cuerpo
De tu piel blanca, de tu estirpe
Rulos amelenados Cuando en tu pieza, y sin tus viejos
Me dijiste
Bueno, desvestite!
Y me brindaste tu cielo
Y me dijiste de mil y una maneras
Que toda esa juventud, alguna vez
Armaría maletas, valijas Mas seguro que se pierda
Y después vinieron mas historias
Mujeres
Amigos
Amantes
Todos como todo, se han borrado
Pero tu casa en Las Flores
Sigue inigualable
Tu pieza, ese segundo piso
El zaguán, la calle
Tu aliento y tu voz
En ese verano tan tibio
Como el recuerdo de amor
Que gambetea el olvido
Y se luce
Y renace
Viendo el corso en la puerta de tu casa.