domingo, marzo 13, 2011

EL GRAN SALTO A VENIDO


Un circo del sol a todo trapo, mucho derroche, mucho destajo. Las coco de Hong Kong se abalanzaban por ahí, tras el humo del puro. No entendían nada, y los apartidas chovinistas que miraban de reojo a lo Bombalet, no soportaban el aura de uno. Que delirio. Que pobreza. Tengo una pelusa en el ombligo y no me la puedo sacar.

Mientras tanto, una trampa se yergue sobre mi, otra vez, tan complicada. Solo querían que los cuerpos se unieran. Tan solo eso. Con una claridad meridiana. Con una franqueza suprema. Hoy vine acompañado, la próxima vengo solo. Ojala! Me retrucan y me envalentonan. La próxima no será la próxima, porque Juliette Binoche esta entre una meseta y una montaña. Entre el río y el mar. Entre una aventura y un desengaño. El tiempo pasará y no en vano. Pasará. Con la cuñada, la esposa o el marido.

Y las chicas con pene, de repente se apasionan. Y yo recuerdo un orificio vibrante y brillante. El pedido de socorro y de auxilio, de salvación y de romance. De júbilo descarado, cuando me pedís, que te haga el amor de cierta forma. Cerca del parque, cien años de su fundación y de su nombre. Tanto eufemismo. No vaya a ser que la pelirroja me descubra. Y me entrego al remanso de tu vacío. De tu oquedad, de tu agujero. Tu falta de, tu invitación al lleno de. Tu vastedad de ocarinas e hipocampos.

Se fue la murga. Ya no somos los mismos, y entre chovinistas, chicas con pene, video perdidos, amigas con ventaja y hermosas cuevas de basalto con sabor a chocolate, me despierto un domingo, sin haberme dormido. Sigo el ritual de las magias, y sus polvos rosados. Se entretiene, me sumo al festejo, me abro y luego me sacudo los molestos recuerdos de hace un rato. Que locura. Un beso, como cambia la cosa.