miércoles, enero 27, 2010

LAS COSAS QUE EXTRAÑO


¿Te cuento las cosas que extraño? La sal del mar, nadando hacia las boyas, el olor a bloqueador, ese que inconfundiblemente te recuerda al verano, aún en invierno; acariciarlos todos los días, decirles que los quiero, aunque no haga falta decirlo, ya que con una mirada los cuatro sabemos qué estamos pensando. El humor, ese humor tan familiar que nos une y nos conforma. Nuestro humor. ¡A Nenuco! ¿Cómo no echarlo de menos si es el bebé que mas quiero? Las palmeras en la playa, con unos matecitos con azúcar, como dios manda. Mirarlos en silencio, y sentirme orgulloso de que sean mis hijos. Mis bebes, esos jóvenes que dentro de poco serán unos hombre enormes que bien podrían llevarme a upa. ¡Qué cuco! Las rabietas de Luca. Las que terminan en cinco minutos y con una sonrisa. Los regaloneos de Roque, los que no me cansan nunca y siempre me faltan. Tu abrazo, el de mi guagûito primero, que sin decir nada, me lo dice todo. Extraño también el calorcito de la playa, el sol sobre mi espalda. La arena metida en el traje de baño, que me raspa, y me recuerda a cada instante que estoy vivo y con los chicos, mis chicos. ¡Tanto tiempo sin verlos! ¡Tantas vacaciones que nos debemos y tanta paciencia que me han tenido en estos años juntos-separados que nos tocó vivir! Extraño también lo cotidiano de los amaneceres, estar juntos aunque no nos demos bola, y saber que están cerca. Extraño las empanadas de queso con jaiba en El Suizo. Las caminatas en silencio y los gritos que a veces les pego, a ustedes pero al viento, al viento pero a ustedes. El capear las olas, y esquivar las medusas. Los quiero mucho. Y amo saber que me quieren. Eso es lo que extraño, y los extraño a ustedes, todos los días de mi vida.

miércoles, enero 06, 2010

OTRA VEZ SOPA


Una sopa oscura de tristezas, eso era mi pieza este fin de semana, una pizca ingrávida de halito viviente se posaba a veces sobre mi frente marcada. Y no decía. No sabría. Que pavada! Si son todos como dolientes fragmentos, algún parásito, alguna nada. Dos quilos en mi carne y dos docenas de empanadas. Bajo la parra, sarmientos se martirizan, se consagran. Esas reuniones familiares. Esas sórdidas payadas. Cipayas, se dejan ver, en toda la esquina. Dorada. Una nube negra, se posó, no atiné a nada. Solo a rezar el rosario que algún día me enseñaste. Una mezcla de Gagliardi, mi alumna más aventajada. No podía levantarme. No quería molestarme. No sentía en mí, la carne. Y sin embargo, me siento. Oro y olvido. Sueño y despierto para volver a soñar.El lunes, ya estoy mejor. Fue solo un día negro, trashumante. Óleo de sangre negro. El dilema resultante. Demacrada.