martes, febrero 10, 2015

HOYO 14





Pilas, montañas, pilones de olvido en un hoyo 14. Palos de golf que se amontonan con las bolsas de nuestro amor que ya no sirven para eso.
Y vos sabes que a los muertos se los entierra, no en “greenes” verdes y prolijos sino en altares de memoria. No se los deja tirados para que se pudran al costado del camino.
Desconozco tus pasos, tus ausencias y tus presencias en todas sus partes y formas; como lo dije antes, me duele el no tenerte pero también el tenerte, así a la distancia. Ajena, perfectamente desconocida.
Siguen las ausencias. Y siguen las montañas blancas como la nieve que ya no sirven para nada. Ni en el escritorio de tu papá, buscando desesperados algún analgésico que nos haga dormir la boca. Ni en tu monedero, ni en tu curva maravillosa, como espejo mágico que se abre a quien lo quiera.
Papeles, idas nocturnas, maquinas tragamonedas. Piscolas y silencios. Pistolas de fogueo. En nuestra casa que ya no es tuya. En mi piel, que ya es de otra. En mis besos mal dados sobre tus labios de pato.
Y mas cerros blancos. Mas montones de sal sobre un pato Pekín desabrido en avenida España.
Papeles y mas papeles que proveen los familiares.
Exquisita excusa para verte por última vez. Agazapado en la mentira de un desayuno servido en la cama. Como una tormenta, que se antela al primer verano. Ese que pasaré sin vos, de la mano.

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